(La fotografía es de Ciudad Altamirano) |
Del libro "Entre dos mundos: artesanos y artesanías en Guerrero", de
Alba Guadalupe Mastache Flores y Elia Nora Morett Sánchez. (Colección
Científica)
De acuerdo con nuestros informantes, al inicio de la década de los treinta en la región de Tierra Caliente, en especial en Pungarabato -hoy Ciudad Altamirano y en Coyuca de Catalán, había una mayor actividad en este campo, funcionando varios talleres con operarios.
La tradición del trabajo de oro en estas localidades parece ser más antigua y arraigada que en Iguala, tal vez por su cercanía con la zona aurífera de Placeres del Oro, donde la explotación de este metal se remonta a la época prehispánica.
Varios orfebres originarios de Tierra Caliente emigraron a Iguala durante los años treinta, aumentando así la importancia de la orfebrería en esta ciudad. Algunos tenían varios trabajadores, quienes en muchos casos -al pasar del tiempo- se independizaban y fundaban su propio taller.
Un orfebre nos comentó que "En Ajuchitlán se trabajaba también el oro; trabajo bonito todo a mano; pero ahí no había, más que cuando mucho, tres talleres. Ahora ya no hay".
En general, fue muy difícil que los artesanos entrevistados dieran información de la situación y características de esta artesanía antes del impacto de la industria de la platería en esta actividad.
De la Peña apunta que "...en Pungarabato y Coyuca de Catalán... aumentó también el número de operarios durante la guerra para duplicar la producción, con 150 orfebres en Pungarabato y cerca de 50 en Coyuca", y agrega: "En la actualidad [1948], funcionan nueve talleres con un total de 97 operarios en [Pungarabato], y cinco en Coyuca con 27 operarios ...", pero nada nos dice acerca del periodo previo
Algunos de nuestros informantes mencionan artículos que eran muy solicitados hace tiempo, pero que después cayeron en desuso, como un tipo de cadena larga, común en los años veinte: En ese tiempo se usaban unas cadenas grandototas, que daban vuelta y se amarraban a un lado con un prendedor de oro; era cadena de eslabones, no de cuentas. Cuando salían las muchachas ricas en Altamirano, llevaban sus cadenas largas de varias vueltas y agarradas con el pendiente. Ha de haber sido como en 1920, después se dejó de usar.
Una práctica común para abastecerse de oro fue, por mucho tiempo, la compra de monedas de este metal, de diversas denominaciones: monedas chicas de dos, diez o 20 pesos, y de preferencia de centenarios. "En ese entonces, todo el oro que se trabajaba eran monedas que se fundían para hacer las piezas ... aquí en todos los talleres se fundían los centenarios: entre más grande era la moneda estaba menos ligada ... aguantaba más liga."
Un orfebre muy anciano de Ciudad Altamirano señala que, en esa región: ...cuando en tiempo de moneda, cuando había mucha moneda sí se usaba para fundir ... cuando Venustiano Carranza, pero mucho del oro que se trabajaba en este lugar ... se compraba en Placeres del Oro ... era oro de la mina y lo afinaba uno y lo ligaba. Otro artesano de este lugar menciona que: ...hacia 1957 el oro se compraba en el banco y el oro de Placeres del Oro ... era poco, sólo unos 30 o 40 gramos a la semana ... todos los que juntaban el oro [de Placeres), lo vendían a una sola persona, que venía a venderlo a Altamirano. y agrega que alrededor de 1960 dejaron de llevarlo: "...ahora es algo rarísimo que traigan oro de allá".
Al respecto, son interesantes los datos que consigna De la Peña (1949:464): ...en el estiaje se dedican a esta actividad numerosos campesinos, por los arroyos de la ladera de la montaña, desde Placeres del Oro a Totolapan. Se les paga a tres o cuatro pesos el gramo, de acuerdo con su pureza ... es una actividad poco productiva y a ella se consagran las familias ... cuando no hay otra ocupación ... pero con el mejor nivel de vida de estas gentes, ya pocas se interesan en el oro de Placeres ... También comenta (p. 434) que "...en Coyuca de Catalán, desde 1938, los orfebres compran oro de 24 quilates directamente en los bancos, o al comercio local, encargado de su distribución a 5.85 o seis pesos el gramo"
De acuerdo con nuestros informantes, al inicio de la década de los treinta en la región de Tierra Caliente, en especial en Pungarabato -hoy Ciudad Altamirano y en Coyuca de Catalán, había una mayor actividad en este campo, funcionando varios talleres con operarios.
La tradición del trabajo de oro en estas localidades parece ser más antigua y arraigada que en Iguala, tal vez por su cercanía con la zona aurífera de Placeres del Oro, donde la explotación de este metal se remonta a la época prehispánica.
Varios orfebres originarios de Tierra Caliente emigraron a Iguala durante los años treinta, aumentando así la importancia de la orfebrería en esta ciudad. Algunos tenían varios trabajadores, quienes en muchos casos -al pasar del tiempo- se independizaban y fundaban su propio taller.
Un orfebre nos comentó que "En Ajuchitlán se trabajaba también el oro; trabajo bonito todo a mano; pero ahí no había, más que cuando mucho, tres talleres. Ahora ya no hay".
En general, fue muy difícil que los artesanos entrevistados dieran información de la situación y características de esta artesanía antes del impacto de la industria de la platería en esta actividad.
De la Peña apunta que "...en Pungarabato y Coyuca de Catalán... aumentó también el número de operarios durante la guerra para duplicar la producción, con 150 orfebres en Pungarabato y cerca de 50 en Coyuca", y agrega: "En la actualidad [1948], funcionan nueve talleres con un total de 97 operarios en [Pungarabato], y cinco en Coyuca con 27 operarios ...", pero nada nos dice acerca del periodo previo
Algunos de nuestros informantes mencionan artículos que eran muy solicitados hace tiempo, pero que después cayeron en desuso, como un tipo de cadena larga, común en los años veinte: En ese tiempo se usaban unas cadenas grandototas, que daban vuelta y se amarraban a un lado con un prendedor de oro; era cadena de eslabones, no de cuentas. Cuando salían las muchachas ricas en Altamirano, llevaban sus cadenas largas de varias vueltas y agarradas con el pendiente. Ha de haber sido como en 1920, después se dejó de usar.
Una práctica común para abastecerse de oro fue, por mucho tiempo, la compra de monedas de este metal, de diversas denominaciones: monedas chicas de dos, diez o 20 pesos, y de preferencia de centenarios. "En ese entonces, todo el oro que se trabajaba eran monedas que se fundían para hacer las piezas ... aquí en todos los talleres se fundían los centenarios: entre más grande era la moneda estaba menos ligada ... aguantaba más liga."
Un orfebre muy anciano de Ciudad Altamirano señala que, en esa región: ...cuando en tiempo de moneda, cuando había mucha moneda sí se usaba para fundir ... cuando Venustiano Carranza, pero mucho del oro que se trabajaba en este lugar ... se compraba en Placeres del Oro ... era oro de la mina y lo afinaba uno y lo ligaba. Otro artesano de este lugar menciona que: ...hacia 1957 el oro se compraba en el banco y el oro de Placeres del Oro ... era poco, sólo unos 30 o 40 gramos a la semana ... todos los que juntaban el oro [de Placeres), lo vendían a una sola persona, que venía a venderlo a Altamirano. y agrega que alrededor de 1960 dejaron de llevarlo: "...ahora es algo rarísimo que traigan oro de allá".
Al respecto, son interesantes los datos que consigna De la Peña (1949:464): ...en el estiaje se dedican a esta actividad numerosos campesinos, por los arroyos de la ladera de la montaña, desde Placeres del Oro a Totolapan. Se les paga a tres o cuatro pesos el gramo, de acuerdo con su pureza ... es una actividad poco productiva y a ella se consagran las familias ... cuando no hay otra ocupación ... pero con el mejor nivel de vida de estas gentes, ya pocas se interesan en el oro de Placeres ... También comenta (p. 434) que "...en Coyuca de Catalán, desde 1938, los orfebres compran oro de 24 quilates directamente en los bancos, o al comercio local, encargado de su distribución a 5.85 o seis pesos el gramo"
fuente: Offir Damian Jaimes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Guaches dejen aquí sus comentarios, la paisanada se los agradecerá